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"EL SUPERMARTES ELECTORAL Y SUS CONSECUENCIAS"

Actualizado: 9 may 2020

STEVEN CARMONA LUDEÑA Y KHALIL ZUBIAGA ZULOAGA

UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

CIENCIAS POLÍTICAS Y GESTIÓN PÚBLICA Y SOCIOLOGÍA



INTRODUCCIÓN


El pasado 3 de marzo se celebraron las elecciones de las primarias demócratas en 14 estados de los 50 que tiene Estados Unidos, más el pequeño territorio de Guam en el Pacífico occidental. Si bien es cierto que la elección sigue estando abierta y Bernie Sanders tiene serias oportunidades para lograr la nominación demócrata, es más cierto aún que Biden fue el que más beneficiado salió de la disputa. En este artículo intentaremos explicar qué es el supermartes y cuales son las oportunidades que tienen tanto Biden como Sanders de derrotar a Trump.


¿Qué es el supermartes?


Muchos opinan que el supermartes es el día más importante de la campaña electoral, a partir de aquí, la mayoría de los candidatos renuncian a la carrera por la nominación. En esta ocasión así ha sucedido incluso antes del propio día de votación, todos los candidatos han renunciado en aras de beneficiar o a Sanders o a Biden (salvo el caso del Tulsi Gabbard, que no tardará mucho en presentar su renuncia).


Pero antes de esta super jornada electoral ya se disputaron 4 estados (Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del sur). En estos Estados hubo un claro ganador, Bernie Sanders ganó en New Hampshire y Nevada, además de ganar en voto popular a Pete Buttigieg en Iowa (este le ganó en delegados). Aunque hay que matizar que las expectativas de Sanders eran mayores. Carolina del Sur fue el punto fuerte de Joe Biden y lo que le hizo llegar lanzado al 3 de marzo con un masivo apoyo de la comunidad afroamericana. 2 En esta jornada es en la que se reparten mayor número de delegados, 1357, para ser más exactos. Cabe resaltar aquí que el número de delegados que tiene que alcanzar un candidato para lograr la nominación en 1991.


Para intentar explicarlo de una forma más clara, el supermartes se debe dividir en tres bloques, que son los siguientes: En primer lugar, los Estados del sur, es cierto que estos estados son predominantemente republicanos, sin embargo, tienen un gran porcentaje de población afroamericana, la única duda que había era con cuánto margen podía ganar Biden en este territorio y si Sanders sería capaz de plantar cara. Continuando con la clasificación, los estados en los que los candidatos “juegan en casa”. Por esta clasificación se entiende que los candidatos representan en el senado a ciertos estados,con lo que normal sería pensar que estos candidatos ganasen sin mayor problema, sin embargo, hubo sorpresas. Massachusetts, la candidata con más papeletas para ganar este estado, Elizabeth Warren, quedó en tercera posición y le dejó en un posición muy delicada. Sin opciones de ningún tipo, el pasado 5 de marzo abandonó la carrera. Ahora mismo, la incógnita es saber por qué candidato se va a decantar, ya que tiene unas ideas más próximas a las de Sanders pero cuya relación es pésima, mientras que con Biden le separan más ideas pero no sería descabellado pensar que le animase, después de que en 2016 lo hiciese con Hillary Clinton. Por último, y seguramente el bloque más importante, la de los estados más importantes y los que más delegados reparten el 3 de marzo. Entre estos se encuentran Texas y California. Estos dos estados juntos reparten 643 delegados, ambos tienen un gran porcentaje de población identificada como latina (sector en el que Sanders arrasa a los demás candidatos, además Bernie tiene gran tirón entre los estudiantes).


Vistas estas tres separaciones, los resultados fueron más o menos los esperados por parte de Joe Biden. El candidato más moderado de los demócratas ganó con contundencia en un total de 10 estados (llamativo el caso de Virginia en el que se ha ganado con el 53%, contienda que parecía que iba a estar mucho más disputada). Tras el abandono de Buttigieg y Klobuchar a escasas horas de la gran cita, Biden arrasó donde tenía que arrasar, ganó incluso en Massachusetts, estado en el que prácticamente no hizo campaña. Ganó también, por 4 puntos en Texas (el mismo día de las elecciones, Beto O Rourke, importante figura progresista demócrata en este estado, comunicaba que apoyaría a Joe Biden). Con lo cual, con los datos en la mano podemos ver que ahora mismo Biden tiene 502 delegados, mientras que su principal competidor, Sanders, tiene 454. Parece claro que esto se trata de un cara a cara entre Biden y Sanders. El 10 de marzo puede ser el gran final para Sanders si Joe Biden consigue arrebatarle los tres estados que se disputan ese día; Michigan y Ohio podrían dictar sentencia dar la puntilla a Sanders y dejar vía libre para que sea Joe Biden el que le dispute a Trump la presidencia. Por el contrario, si Sanders consigue ganar en Michigan y Ohio, la carrera volverá a estar más abierta que nunca y el debate del 15 de Marzo cogerá una importancia primordial. Quizás las esperanzas de Sanders pasen por incorporar de una u otra manera a Elizabeth Warren y “unir” el voto progresista.


El gran fracaso de Bloomberg y la esperanza de Pete Buttigieg


La mayor inversión hecha jamás en unas primarias demócratas (casi 600 millones de dólares invertidos en estos 14 estados) no fueron suficientes para conseguir la nominación demócrata. Bloomberg, vio en su inicio de campaña una oportunidad, no veía en Joe Biden un candidato capaz de derrotar a Trump (cuya campaña ha sido bastante discreta, sin ganar ningún debate de forma clara) y el exalcalde de New York no dudó en intentarlo. El resultado: dos días después del supermartes, comunicó que no continuaría con su campaña. Por el lado contrario, parece que los demócratas ven futuro en Pete Buttigieg. El que fuera alcalde de una pequeña ciudad (South Bend) ha puesto la semilla para liderar el partido demócrata en un futuro. Ex militar y el candidato preferido de Wall Street abandonó la carrera por la presidencia antes del supermartes y como era de esperar, no dudo en dar su apoyo a Biden. Pero no solo tenemos a Pete como futurible candidato a liderar a los demócratas, Anrew Yang (45), Cory Booker (50), Kamala Harris (55) o incluso Julián Castro (45) son candidatos que a pesar de no destacar en exceso esta campaña pueden tener un buen futuro si juegan bien sus cartas.


Joe Biden... ¿cómo deja vú de Clinton?


A priori, podría parecer que un presidente que tiene el rechazo del 54% de la población tendría casi imposible volver a ser elegido como presidente en unas elecciones presidenciales como las de noviembre; sin embargo, lo mismo pensaron todos los grandes estadistas en 2016, y este resultado, no fue precisamente bueno para los intereses de los demócratas. Es sabido por todos que Joe es el candidato preferido por el establishment demócrata, al igual que lo que fue Hillary en 2016. Entonces, un candidato sin experiencia en la vida política, usó un discurso anti establishment, un discurso que iba dirigido directamente al pueblo, sin partidos políticos (le favoreció que incluso gran parte de su partido estuviera en contra de sus posturas tan radicales). Fue una de las campañas electorales más tensas que se recuerdan. Trump usó la inmigración, el discurso anti globalización y la necesidad imperiosa de crear un muro que separase de forma material Estados Unidos de México. Mientras, Clinton se quedaba continuamente sin una respuesta contundente a las políticas planteadas por Donald Trump, e incluso llamando “deplorables” a los votantes que tenían simpatía por el. Además, el ahora presidente de Estados Unidos, durante la campaña usó ataques directos de corrupción a Clinton, asegurando incluso, que le arrestaría en caso de llegar a la Casa Blanca. Algo similar usará contra Biden en caso de ser este el elegido por los demócratas (el hijo de Joe Biden fue y está siendo investigado por corrupción con empresas ucranianas). Pero analizando un poco más a fondo los resultados que tuvo Clinton (que serían, en nuestra opinión, similares a los de Biden), podemos ver que esta no ganó ni entre las mujeres blancas y que los jóvenes fueron directos a la abstención (cosa que es bastante probable que ocurra con Biden). Uno de los ámbitos en los que Biden podría sacar mejor resultado que Clinton, será en el voto del electorado blanco (Trump arrasó en votos, sacándole un 21% de diferencia a Hillary).


Sanders y como unir a los que se fueron.


El cinturón oxidado fue una de los principales motivos por los que Trump ganó con facilidad en 2016, a pesar de no ganar en voto popular, tuvo un importante apoyo en los estados más importantes. El cinturón oxidado son aquellos estados y ciudades como Detroit (Michigan, Medio Oeste), que históricamente han votado a candidatos demócratas, pero en los que con la crisis de 2008 las mal denominadas clases medias quedaron en situación crítica. En 2016 decidieron dar un cambio y apoyaron a Trump (“la clase obrera” apoyo a Trump con el 67% de los votos, los números tan malos cosechados por Clinton, difícilmente podrían ser peores con Sanders como candidato), con lo que se aseguró la victoria de una forma clara. Es precisamente ahí donde un candidato como Sanders puede hacer que esos votantes retornen al voto demócrata. El medio oeste fue decisivo, ahí residen el 40% de los votantes, y Trump ganó de manera contundente en Pensilvania, Wisconsin, Michigan, Ohio y Iowa (Hillary obtuvo en todos estos estados peores resultados que Obama)2 . El corazón industrial de Estados Unidos, cambió de bando. Pero Bernie no solo puede conseguir el voto de este electorado, tiene un gran tirón entre el electorado latino y también entre los jóvenes universitarios, esos mismos que detestan la idea de que Joe Biden sea el que se enfrente a Trump.


IDEOLOGÍA Y PERSONAS: Sanders versus Biden o los dos espíritus de los demócratas


Los posicionamientos ideológicos de Bernie Sanders le colocan claramente en un campo que es tan común en la Europa occidental como extraño y extremo para los criterios estadounidenses, al menos hasta estos últimos años. La autodefinición del veterano político de raíces judías como socialista le situó como un permanente outsider de la política estadounidense, si bien cercano al partido demócrata. Su prestigio como activista pro derechos civiles en su juventud y su desempeño en el cargo de alcalde de Burlington (estado de Vermont) le otorgaron un bagaje de honradez, coherencia y buena gestión que le valdría para que en los años posteriores a la gran crisis financiera del 2008 pudiera llegar a ser visto como un verdadero referente para los sectores más izquierdistas o socialdemócratas del campo contrario al conservadurismo republicano. Sus ideas más destacadas van en el sentido de una versión estadounidense del estado de bienestar escandinavo como al propio Sanders le gusta indicar, se pueden sintetizar en; Sanidad universal con un seguro sanitario generalizado, educación superior gratuita, subida de impuestos a las rentas más altas y mayor presión fiscal centrada en el sector financiero especulativo, revertir las políticas de inmigración republicanas normalizando y humanizando la situación de los millones de inmigrantes irregulares presentes en los Estados Unidos, desarrollar un a firme política de transición ecológica fomentando el uso de las fuentes de energía renovables, la igualdad laboral de mujeres y hombres, la legalización de la marihuana, etc.


En referencia a Joe Biden, este recoge el alma conservadora del progresismo estadounidense, un reformismo prudente y cercano al liberalismo antiestatal que rechaza una fuerte presencia del Estado en lo económico y social por ello en el supermartes y en todo el proceso de primarias, como ya hemos reseñado con anterioridad, aparece como el candidato ideal del establishment del partido demócrata. No obstante, algunos de sus postulados si le alejan mucho del campo republicano como su firme defensa del aborto y de los matrimonios del mismo sexo. Ahora bien, para comparar a Biden con Sanders es preciso remitirse a la propias características mutables e inmutables de la sociedad estadounidense, el crecimiento demográfico de las minorías que piden reconocimiento y derechos plenos como ciudadanos, sobre todo la comunidad latina debido a un flujo continuo de inmigración, el fin del mito de la gran movilidad social que defendía que en Norteamérica cualquier pobre podría llegar a rico con esfuerzo y méritos personales. Esto último, enlazado con el shock que supuso la crisis financiera y la recesión subsiguiente, lo cual desvirtúa el valor del capitalismo liberal como dador de prosperidad y bienestar colectivos.


Todos estos factores vienen a beneficiar claramente a un candidato como Sanders, y sin embargo, Estados Unidos presenta perfiles sociológicos, ideológicos y políticos notablemente sólidos a lo largo de décadas. La defensa del “american way of life”, marco conceptual que presupone que todo estadounidense es libre de formarse, trabajar, consumir y opinar en un país que le proporciona todo lo que pueda necesitar, es vigente. Esta es una impronta muy fuerte que desplaza la opinión del estadounidense medio hacia un conservadurismo sociológico reacio a todo lo que huela a intervencionismo del gobierno central, a socialismo- comunismo, a unas reformas ecologistas que modifiquen su estilo de vida consumista, a la continuidad del fluir de migrantes en busca de una vida mejor que es percibido como amenazador respecto a su identidad y situación socioeconómica por buena parte de la población trabajadora blanca de orígenes europeos. Es este liberal conservadurismo de honda raigambre el que sostiene a un demócrata moderado de toda la vida, un responsable y fiable político de estado como es Biden ante la ola de cambio renovador representado por Sanders. Sea como fuera y gane quien gane las siguientes presidenciales, Estados Unidos seguirá siendo un país que piensa que toda América Latina es suya, no dudará en derrocar gobiernos elegidos por el pueblo. Además de que los cambios estructurales en materia económica serán mínimos y la gran mayoría de los ciudadanos no verán mejoras sustanciales en su calidad de vida.

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